Entrenamiento Sábado 26 Septiembre...

Crónica by Juan Pepinos!!!

Después de una semana intensa de trabajo llega como una medicina para el estrés el anhelado sábado, el día de rodar por los senderos del bosque. En esta ocasión nos esperaba un examen de resistencia, técnica y sobre todo de geografía del Bosque de la Primavera. La cita era a las 8 am en Postes, así que llegué a la zona del estacionamiento para esperar al resto de los Primates: el Doc, Bob y Panzer. Desgraciadamente no todos pudieron acudir al examen por diversas causas (por razones de seguridad e integridad del equipo no se mencionan los causas ni los nombres de los afectados, estén tranquilos).

Así que reunido el pequeño grupo representativo de los Primates comenzamos el ascenso al 8 1/2. Unos pedalazos de subida fueron nuestro calentamiento y sirvieron para cruzar palabras con otros ciclistas de Tequila-Bike los cuales estaban entrenando para hacer la Chupacabras, una carrera de 100 km por el desierto de Chihuahua en donde no hay categorías, es decir "Sálvese quien pueda". Pero como los Primates no nos rajamos (no ganamos pero no nos rajamos, que quede claro) esta es una cita a la que asistiremos el año entrante, aseguró nuestro Presi-Panzer.

Ya en la mosca quedábamos Bob, Panzer y yo (El Doc nos alcanzaría en el punto de control) y comenzó el examen de técnica, con algunas trampillas: pie al suelo, cambios de los desviadores que fallaban, ciclistas pastoreando bicis y bicis pastoreando ciclistas. Después el Oxxo vería como coronábamos la trepada y luego el árbol fue nuestro último testigo del trepidante descenso. Siguientes destinos: Punto de control y glorieta, pero nunca vimos llegar al Doc. Después de un par de plátanos y los reglamentarios 10 minutos de espera emprendimos el regreso por Toboganes. La mitad del examen ya estaba pasada y sin acordeón ¿Quiobo?.

En balcones fue cuando Panzer hizo gala de sus conocimientos GPSeros y me instruyó sobre las diversas veredas que encontrábamos en el camino y sus respectivos destinos. Los paisajes que sólo pueden ser admirados por senderistas o bicicleteros de montaña nos acompañaron en esta parte del trayecto. Pura calma, hasta que Panzer se acordó del sitio exacto en donde lo atacó el méndigo pistachón; a partir de ese momento nos fuimos cautelosos y rezando la siguiente oración: "San Antonio bendito, amarra a tu animalito".

La bajada fue una maravilla por el espinazo del diablo, pero para mi mala suerte la llanta delantera de mi bici sirvió como freno en una curva cerrada. Una caída leve y nada que lamentar, pero sin duda algo nuevo que aprender, aún en un examen. Después del pasaje adrenalítico desembocamos en Mariano Otero pero un error de dedo (el que nos señaló la dirección a seguir) hizo que no pasáramos por el Cougar, por lo que decidimos retomar la mosca desde el inicio. Y ahí vamos de nuevo, una nueva oportunidad para limpiar los errores pasados, y así fue, en lo personal sentí que esta vez pasé más fácil sobre los diverso obstáculos, excepto el pinchi puentecito de Madera debora ciclistas rompe clavículas, pero nos volveremos a encontrar

Para terminar el examen, sólo nos quedaban puros descensos: In your face y el 8 1/2. Pero justo en medio de estos dos puntos sucedió la maldición del Tigre. Bob y Panzer con su finísimo estilo downhillero bajaron como saetas y dieron vuelta a la derecha, y cuando yo llegué a ese punto dí vuelta a la izquierda. No los vi y pensé que los canijos ya estaban muy adelantados, así que aceleré el paso. Al no verlos después de un rato supuse que algo andaba mal y decidí esperar. La soledad del bosque llenó mi mente de preguntas: "¿En qué bar-hotel fue la inundación? ¿Qué tal si me sale el chupa-baikas? ¿Y si le doy para la Venta del Astillero y pregunto por el Tigre?". Afortunadamente apareció Bob, desafortunadamente faltaba Panzer. Así que empezamos la operación ¿On ta' bebé? Bob se puso a buscar a Panzer y Panzer andaba buscándome, yo andaba buscando a cualquiera de los dos ¿No te digo?

Finalmente nos encontramos los tres y pudimos emprender la última bajada, la cual nos aventamos como minubuseros de la ruta 604. Sólo se veían pelos volando y una estéla de polvo detrás. Los ciclistas que bajaban nos abrían paso, y los que no, les tocaba el clásico grito caxcabelero: "Pista, Pista". Para frenar aventamos las anclas y ya en el estacionamiento nos dimos cuenta que el examen había terminado. La calificación no era en números, es decir, que no sacamos 10, 9, 8 ó 5. Más bien obtuvimos una sensación de que habíamos mejorado en mucho nuestra resistencia, nuestra técnica y, lo mejor de todo, que ahora conocemos mejor nuestro bosque, y por lo tanto le tenemos un gran respeto. Probablemente una de las razones por la cual salir a rodar sea tan satisfactorio es por este contacto con la naturaleza en compañía de gente que comparte este gusto.

P.D. Después supimos que el Doc tuvo un problema y tuvo que regresarse. Esperamos que todo esté mejor