miércoles, 23 de abril de 2014

CABALLO BLANCO - El día "D"


El esperado día “D”

¿Del debut en Ultramaratones?

¿De correr todo un día como loco?

¿De disfrutar desde el amanecer hasta el anochecer de lo que es correr?

¿De participar en festival hippie de las carreras de montaña?

¿”D” de que…?     ¡De que!






 

4:00 de la mañana, como si tuviese una alarma incrustada en mi cerebro abro los ojos y un hambre infinita me hace buscar los panecillos que un día antes le compré a un niño que llegó con una cubeta a venderlos – Son de harina de trigo- dijo con una voz que denotaba los 12 años y le compre la cubeta completa para compartirlo con mi colegas.

“El Cejon dijo que esta era la hora para hacer el primer desayuno” es la voz en mi cabeza que aparece al momento de abrir los ojos y lo cumplo como si fuera una tarea que diera 20 puntos extra de la calificación final. Permanezco ahí, inmóvil, solo moviendo la mandíbula mientras el resto de mis compañeros de cuarto duermen. Me como 3 panes, un litro de agua con electrolitos, un plátano y vuelvo a dormir, por lo menos una hora mas.
 
“Levántate tío que hoy es el día en que dejarás de ser marica para convertirte en hombre”
Ja, ja, ja, ja, no paramos de reír los que alcanzamos a escuchar de nuevo la alarma que le programó el Cettito a Álvaro. Ipso facto se voltea hacía mí y me dice “No mames Panzer, eres tú el que estaba comiendo en la madrugada, te pasas” O sea no puede comer uno a la hora que se le de su gana, chiiiiingado.


En breve todos los corredores están preparándose a su modo para la épica batalla que se tiene enfrente, algunos como yo, callados inspeccionando cada detalle, repasando una y otra vez lo que voy a comer, cuando lo voy a comer y todo lo extra que llevo en caso de contingencias, otros con la música a todo volumen y para otros es simplemente una más. (La subjetividad de las cosas)

Salimos 5:30 de la habitación todos juntos, arribamos al lugar de la arrancada y eso era una fiesta de flashazos en todas direcciones. Todo mundo se toma fotos con el resto del mundo, quedo casi ciego de tanto deslumbramiento y me dispongo a tomar mi posición que es justo con Alejandro y Miguel, pero no pienso correr con ellos mi plan es salir y aguantar lo mas tranquilo posible por lo menos los primeros 12 km, llegar al 12 y sentir que no he corrido nada aún. Estar ahí es una sensación muy extraña a un costado tengo a un corredor con lo último en tecnología, Mochila de hidratación, GPS, monitor cardiaco, ropa de secado rápido, cool dry, super cool, ultra cool, compresión, gafas súper ligeras y todo lo que uno pudiera adquirir; por otro lado tengo a un fiel representante de una cultura legendaria que ha hecho de correr su modo de vivir, que ha corrido para comer, para alejarse, para estar a salvo, para divertirse y hoy en día, para ganar dinero ganando una carrera, con apenas unas sandalias manufacturadas por el mismo, con un taparrabos de lana y una capa colorida amarillo brillante de algodón y nada mas que una banda roja en la cabeza que le protegerán durante los 80 km.

Pasan apenas unos minutos nos abrazamos, nos deseamos suerte y éxito y en poco tiempo ya nos encontramos trotando alegremente entre los gritos, aplausos y caras de entusiasmo de todos los participantes, hasta ese punto no sentí nervios y de hecho nunca llegaron a mi, convencido que ese era mi día y que nada lo arruinaría. Me mantengo con un paso de 7:30 el km entre amigos conocidos y amigos desconocidos todos saludan, todos se desean suerte, el día comienza a clarear paulatinamente y el grupo comienza a estirarse de igual manera. Pasamos el puente y comienzan las subidas todo esto mientras me mantengo cotorreando con el Wachan. Mi estrategia si se le puede llamar así es no correr ninguna, paso rápido, zancada amplia. En esa primera subida me topo con el Brasileño del equipo TerraMaxima o algo así, al cual le estaban haciendo un documental de la carrera. Alcanzo a escuchar quejarse de sus sandalias “muito feo, muito resbaloso, no poeo correr asao” O lo que es lo mismo “Malditas chanclas del demonio” Se pone tenis y reinicia su carrera a tope, yo continuo con lo mío y al llegar al km 5 se escuchan los primero golpeteos como tambores de guerra de la armada Tarahumara. Los primero Rararmuris ya vienen de regreso perseguidos por una que otra cara conocida, entre ellas la del Cetto y Sunday que parecían enyerbados pero enfocados y aun así se dieron el tiempo de saludar a la cámara. Que personajes.








Paso a paso empiezo a saludarlos a todos. Álvaro, Cejon, Ebmanuel, Brenda, el Tridente Trincado de Adan, Paco y Manica, Fabricio, Renato y la legión del DF …. En fin a todos me doy el tiempo de saludarlos y ellos a mí la buena vibra que se demuestra será parte fundamental durante los 80km.











Llegamos al primer punto y la primera pulsera, rodeamos un pequeño templo mientras la gente presente aplaude al contingente de corredores. Me exprimo 4 naranjas en la boca, tomo una bocanada de agua y continúo sin detenerme. Cuando vengo de regreso me percato de que voy demasiado atrás por la cantidad de corredores que puedo contar a mi regreso, sin embargo no me engancho continuo así hasta la subida a los Naranjos.

Paso una vez más por el puente y este se encuentra repleto de apoyo, gente aplaudiendo, gritando, alentándote y es justo cuando los primero rayos de sol ya comienzan a pegarnos por el flanco derecho, así viene la primer subida de consideración, esta empieza por una camino anchoy poco antes de desviarte por un sendero fresco, sombreado y de mucha roca se vuelven a escuchar de nuevo las pisadas a todo galope, el pelotón puntero se mantiene a un ritmo de miedo, es todo un espectáculo verlos perseguirse unos a otros, entre ellos solo me toca ver ya a David en la posición 13 y al Sunday todavía detrás de él completamente bañado en sudor, me detengo a fotografiarlos y admirar la fortaleza con la que  vienen descendiendo, es un show que no se ve todos los días y hay que disfrutarlo, pocos metros mas y nos adentramos en el sendero antes mencionado que nos llevará hasta la primer cima.
 


 

Durante toda la subida camino, paso continuo, pisadas cortas sin mucho esfuerzo, pero mi corazón se agita, tengo dos opciones, le pido al corazón o le pido a las piernas. Entonces decido que debo dar pasos mas largos y pedirle a las piernas que me den más.






 

Durante este tramo se empiezan a ver los estragos sobre los primeros Raramuris, esos que vinieron desde lejos para ganarse un saco de maíz; puesto que con cada pulsera de los checkpoints  se hacían acreedores a un costal de este vital y básico alimento de esas culturas legendarias y nuestro de hoy en día. Niños y jóvenes son los primeros en caer, sentarse, sufrir la pesadez del calor, veo a Sergio apoyar a varios de ellos con el botiquín con el que cargaba; también veo a un grupo de 6 mujeres perfectamente vestidas con colores llamativos y brillantes que no se dejan alcanzar que se dicen palabras en lenguas que de no conozco, pero que entiendo perfectamente que se están exigiendo llegar todas juntas a la cima.
 

Así después de casí 4 horas coronamos Los Naranjos. El Coque, Sergio, Richard, Luis y Yo nos detenemos un momento, nos quitamos la mochila, surtimos de nuevo todo lo que creemos que servirá hasta el pueblo, fotos pa´l feis, naranja, pinole y mucha agua puesto que los 28° c ya rondaba nuestros cuerpos a pocas horas de esa mañana.

Empezamos la bajada cada uno a su paso y la sensación de que las prendas de compresión me están sofocando la confirmo cuando toco con mi palma el short. La desesperación me saca del camino y hago como que nadie me ve, ahí en plena brecha me quito el short y la prenda de compresión, quedando en pelotitas. Ya sin la licra siento que mis piernas resurgen concluyo que nunca más volveré a usar una maldita prenda de compresión para una carrera tan larga bajo esas condiciones climáticas, mies piernas están ágiles, libres y se sienten re contentas, tanto que en menos de lo esperado ya estoy ingresando al pueblo para completar 37 km.





Llegando al pueblo me quito también las calcetas de compresión y dejo todo en la meta,  el alboroto lo genera Miguel Luna quién ya viene de regreso y va por los últimos 14 km. Si, es cierto yo y algunos otros apenas vamos en el 37 y el tiene ya acumulados 65 km. Casi el doble de kilometraje y con la trepada más complicada todavía por delante.
 

No nos queda mas que aplaudirles, y verlos volar, en ese instante entre que dejamos algunas cosas, entre que algunos corredores son auxiliados por sus acompañantes llega Riky Gates también y es su dama quién se acerca a darle auxilio. Posteriormente nos enteraríamos que se encontraba todo rosado y que la playera que se quito tuvo que utilizarla en la entrepierna para medio sobrevivir las condiciones que ya imperaban a esas horas.

Continuamos nuestro camino el Coque y yo… el empieza a marcar el paso, yo me encuentro algo entumido y muy adolorido de mi añeja lesión, sobre todo después de haber bajado los Naranjos a buen paso y la enfriada que le di en meta al bañarme por completo. El dolor y el calor me impiden seguirle el paso y me regaño a mí mismo. Lo dejo ir y trato de engancharme en un ritmo cómodo.

Salgo del pueblo ya con mi pasito cómodo y ágil, y es justo el momento en que veo nuevamente a Álvaro y si mi mente no me engaña se que debe estar ya dentro de los primeros 10 corredores, trae una zancada larguísima, que debe ser incluso ilegal en algunos países, pero eso no le importa es un lobo cazador con sed de sangre, y vá por el que sigue, lo veo, me saluda, tiene la calma de decir: “Échele mi Panzer” y sigue su camino hacia la meta.




 

Mas delante me topo de nuevo al Coque, se encuentra conversando con Paty. Algo le sucede, un fuerte dolor no la deja continuar, él la motiva a continuar, ella olvida sus molestias y se intregra a un grupo de 4 contando a Richard. Seguimos nuestro camino y seguimos contado colegas, Sunday ya se encuentra delante del Cetto a este tardamos en verlo, luego nos topamos a Fer. Viene contento, con su peculiar estilo, baja el paso nos hace una seña que debemos parar (como si fuéramos muy rápido) y nos dice, pasando el puente, del lado derecho hay una tienda, el Wacahan pagó las Cocas para todos… Uta ese sonido me hizo la tarde, que cabrón tan especial, hay que decirlo así como es. Nos detenemos por la Cocona y caminamos un poco por las calle principal de esta pequeña población, Meño hace su aparición, saluda también a sus estilo y volvemos a ponernos en marcha de nuevo, vemos a Brenda y el coque le pregunta si falta mucho: “Pues sí, algo” uta, eso sonó a dejen de chingar y pónganse a correr. Vemos por fin el abastecimiento que nos indica que es momento de cruzar el río y subir la montaña mas pesada del recorrido, sumándole los grados centígrados que tenemos ya encima, el sol de lleno y el cansancio en piernas.
 

 
 
Paco sale airoso del puente, nos saluda y continúa, mas delante Manica hace lo propio y honestamente me preocupa mi couch: Adan. Que cosa pudo haberle sucedido que el grupo de 3 se desintegró ya, veo al Corredor del Bosque y me da el mejor tip: “ya no hay agua en el abastecimiento intermedio, traten de usar toda la que se encuentren en el camino”





Esto me hizo entrar en un pánico innecesario pero fue fructuoso. Pasaba por un charco y metía la pata, pasaba por otro y metía la visera, uno mas y me mojaba la cabeza y la cara, y así hasta que se nos acabaron los charcos y dio inicio el maldito ascenso. Iniciando este nos topamos a Adan, con un rostro sonriente pero desencajado, venía caminando con la mirada al piso. En ese punto no entendí que no quería espantarnos de lo que venía adelante, nos dijo que era poco, que estaba fácil, estrechamos las manos y siguió su camino. Esto me desmotivo un poco y lo admito, entrené tanto como pude con él, quizá no le deje hacer bien sus entrenamientos por venirme esperando siempre, quizá no fue eso, pero no era momento para partirse, cambie difícilmente el canal y decidí seguir mi camino. Luego aparecieron Mauricio y Rodolfo y estos si nos dijeron la verdad: que lo que seguía estaba de la chingada.

 

 

Una subida estilo Chupinaya nos fundió a todos los que allí nos acompañábamos, en efecto pasamos el abastecimiento y nada, yo iba buscando botes con algo de agua, no había, el que encontraba con algo del vital líquido parecía agua para café, pocos grados le faltaban para la ebullición, la constante era:  Sol, paso, sol, paso, calor, paso, corredor tirado, esquívalo, paso, Corredor sentado, pásale por un lado, da otro paso, sórbele al agua y no mires a delante, se ve que falta un chingo aún. Luis mantuvo el buen ánimo, Migue se mantenía callado y yo no paraba de quejarme del calor, sin embargo la vista de la barranca completamente iluminada era algo para recordar.

Fue una subida pesadísima, dura y hasta técnica, tanto que nos tuvimos que quitar completamente del camino cuando Renato venía bajando como maldito loco brincando entre piedras, proseguimos y después de casi 2 horas llegamos al checkpoint. El mejor de todos.

 

Lo primero que tenías para disfrutar era una sombra inmensa y fresca, tortillas recién hechas, pinole, atole, toronjas, naranjas y sillas para los asistentes. Ignacio, Luis, Richard, Coque y yo nos sentamos por un largo rato, escuchamos las pláticas del dueño de un humilde y envidiable hogar que contaba la primera vez que tuvo contacto con Micah True, y como fue que ideó esa carrera, siendo este punto el único abastecimiento en la primera edición entre Urique y Batópilas. Escuché por un momento, comí cuanto pude y concluí después de una tortilla más que era momento de empezar la bajada, era algo larga en cuanto a distancia y la inclinación no me permitiría ir demasiado a prisa. Así que era momento de emprender el regreso de nuevo a Urique.

Doy pie al regreso junto con el Caxca que ha sido mi pacer durante mas de 30km, el puede abrir la zancada, yo no, voy con pasos cortos y rápidos tratando de cuidar que el dolor de mi pierna derecha no se incremente, pero es imposible, el desnivel de ciertos tramos obliga a caer prácticamente con todo el peso y siento como cada vez la sensación de tener un torniquete en el muslo a la altura de la ingle es cada vez mayor. Vamos descontando metros y la sensación de calor es tal que me siento un pan viejo siendo tostado por hornito eléctrico. Pronto estamos con Gina, el Coque recoge su camel y yo acepto su propuesta del masaje. Me para sobre una piedra y me estira brazos y cuello, me masajea las piernas y me saca toda la tensión acumulada hasta ese momento. Le doy un a brazo inmenso y parto con el Caxca después de haber recibido la misma atención.



 
 
El cuerpo se siente diferente, es cierto, sigue igual de cansado, pero se siente un tanto mas ligero… los brazos y la espalda dejan de sentir esa tensión y bajamos de manera ágil sin complicaciones hasta el 55; es ahí, en el punto de abastecimiento que Miguel se quita los zapatos y calcetines solo para comprobar su temor: Un pie con ampollas laceradas le viene mermando el ritmo desde hace rato, yo en vambio he logrado bajar muy bien y el dolor del muslo casi ha desaparecido, no puedo correr el riesgo de enfriarlo, le comentó esto a mi colega y me indica con una seña que puedo partir sin problemas.
 
 
De algún modo me pesa dejarlo, pero tengo que continuar con lo mío. El regreso al pueblo es muy solitario y fúnebre. El atardecer detrás de las barrancas del astro sol que todo el día nos ha iluminado con bastantitas ganas inspira pensamientos de nostalgia, profundos, fuertes a la vez que confusos, contemplo en todo su esplendor el poder de la naturaleza, del tiempo, de la vida en cada roca tallada con el paso de los años y son estos pensamientos positivos los que me ayudan a mantener un paso constante hasta el pueblo. Al reingresar pos segunda vez me encuentro con Andreu Palazueloz, de Culiacan quién con cara de preocupación me pregunta sobre un corredor amigo suyo. Me da sus señas y recuerdo haberlo visto sentado al lado del sendero, de hecho recuerdo haber pasado por sobre encima de él dado el camino tan angosto, me dice que va a ir en su ayuda y me ofrece la misma. Yo solo pregunto por comida salada, a esa altura estoy asqueado de los GU y solo quiero un puñado de galletas saladas o frutos secos, el saca de su trail bag un puñado de almendras con arándanos y yo agradezco enormemente el gesto de salvación, el toma el camino contrario al que llevo y veo a lo lejos el arco de meta.


 

Al acercarme cada vez mas a la meta veo decenas de corredores siendo atendidos por la organización, temo que me detengan dado el tiempo acumulado y las condiciones en las que quizá me veo. Me mantengo con trote constante y erguido simulando que estoy entero todavía, las miradas las puedo sentir como viento en contra, es obvio que están analizando mi estatus para detenerme o dejarme continuar hacia los últimos 14 kilómetros, “mantente, corre, corre, sostente…”  es la voz que suena en mi cabeza, al pasar me indican que coma algo, alguien me toma por un costado y me lleva hasta el abastecimiento, creo que hasta aquí llegue pienso, sin embargo solo me obligan a comer y beber y me dejan continuar. Es imposible no sentir gozo por tal situación, volteo hacia los organizadores, les levanto el pulgar en son de triunfo y me dispongo a culminar la obra, como sea.


 
Llego al puente y me topo de nuevo con Fabricio y su tradicional: "Vas muy bien, te veo entero eh" Ja, ja, ja, ja!. Verlo a él en este punto y según mis cuentas en cada checkpoint; me indica que el resto de corredores ya están o bañándose en casa alegremente o está comiendo como bestias hambrientas, bien por ellos, son grandes y algún día seré como ellos, pero ahora tienes enfrente aún 12 kilómetros por resolver de la mejor forma posible.

Sigo el camino las piernas son cada vez más parecidas a un par de troncos secos, las articulaciones empiezan a sentirse resecas y hasta puedo escuchar el rechinido de las rodillas, los metatarsos del pie parecen pegados, el pie siendo de las partes más flexibles y maniobrables del cuerpo, lo siento como una tabla vieja y oxidada, sin embargo me mantengo con un trote aletargado y poco vistoso, saludo a Diego en la última subida, nos chocamos las manos, así como con otros 8 corredores que vienen disfrutando de los últimos umbrales de luz, paso un par de corredores que se encuentran tirados a la orilla del camino casi inertes esperando a uno de sus compañeros según me informan y prosigo con lo mío hasta que de pronto me quedo en medio de la oscuridad sin nada más que ver…

A partir de aquí y después de patear una roca como si fuera esta un balón de futbol, que por cierto me despedazo el dedo del pie, decido que ya no correré más, ya el tiempo se ha alargado tanto que 10 o 15 minutos mas no harán la diferencia, no veo puesto que no traigo lámpara, los que vienen  detrás con su lámpara provocan que mi cuerpo genere más oscuridad sobre el camino que tengo en frente; y los que vienen delante de mi me deslumbran con sus mismas lámparas y veo menos que de la anterior manera, pero no me estreso ni me encabrono, disfruto cada minuto que estoy ahí caminando en ese enorme escenario que tengo a mi rededor.

Sigo saludando gente pero no distingo ya sus caras. En algún punto debí toparme con el Caxca, Renato, Luis, pero no supe donde ni como. Ya las camionetas de agentes del orden empiezan a generar el desorden, manejando a velocidades que no son seguras para todos aquellos que venimos compartiendo el camino y no dejan de mencionar que ya es hora de regresar, pero nadie les hace caso, ya en este punto se debe de terminar por pura oblicación moral. Y es que después de la larga paliza que le has parado al cuerpo no puedes abandonar aquí, así como así, por eso todos ignoramos las señales y continuamos en lo nuestro disfrutando cada mendigo dolor nuevo que aqueja nuestro cuerpo. Llego al puente de nuevo pero ya no hay abastecimiento, de hecho me parece que ya no quiero nada, ni agua, ni naranjas, ni pinole ni nada de nada, las lámparas de estos dos últimos kilómetros me sacan de esa hermosa oscuridad que no había experimentado jamás, me salgo de esa tranquilidad y regreso a trotar con mucha pesadez: “¿Te queda algo? Bueno si es así es hora de derrocharlo; ¿y si no te queda nada? R=También.
 
El pueblo está a solo 1km. A este paso deben ser unos 8 minutos mas o menos, me sostengo de nuevo, ya los corredores de todas las etnias regresan a sus hogares, en ese punto tengo miedo de llegar y encontrar un arco desinflado y a nadie mas que uno que otro despistado, sin embargo no es así, a pesar de que el pueblo ya luce casi vacío el arco de meta sigue pareciendo un tianguis cultural. Esta ahí justo en frente de mi ese arco que he soñado desde hace 6 meses, no aprieto el paso, no me entusiasmo, no lloro, no me emociono pero no me decepciono… nada simplemente no puedo sentir ya mas cosas, ha sido un día lleno de todo tipo de emociones revolucionadas que me las he acabado todas, solo cruzo la meta y ya. Filiberto se acerca a felicitarme junto con Regina, los abrazo con las fuerzas apenas suficientes para no dejármeles caer encima algunos otros colegas del reto me saludan también, me ponen mi medalla, una medalla preciosa tallada en piedra verde, me dan mi hebilla, que es una de las mas hermosas medallas que me han dado y me retiro agradeciendo a todo mundo en mi cabeza. Agradezco a mi Anel que seguro habrá estado ocupada pensando en cómo estaría,  a Fernando Chávez por aquella plática mientras trotaba con Él en el metropolitano, a Adán Figueroa, por todo su tiempo y sabiduría compartida conmigo, a Miguel Gazcón por haber sido parte de muchos entrenamientos y apoyo básico para el viaje, a Brenda, Sunday, Saulo, Ebmanuel, Álvaro, David, Paco en fin y para no alargar mas esto a toda esa gente que paso de ser conocida a formar parte de este gran sueño convertido en realidad llamado “CABALLO BLANCO”

A partir de aquí, todo es diferente.